15 septiembre 2006

Mariposa


Entraste en mi casa casi sin darme cuenta. Recuerdo que los primeros días estuviste revoloteando por toda la casa mirando aquí y allá, sin sentirte muy bien ubicada. Con el paso de los días fuiste sintiéndote bien y llegaste hasta la cocina. Allí dentro te sentías a gusto y fue donde más tiempo estuviste. Todavía recuerdo como tus ojos me miraban alguna veces, esos ojos tan laterales que tienes... Me mirabas de soslayo mientras los hacías aletear.
Cuantas veces me quedé mirándote, contemplando tu suave ir de aquí a allá, pero sobre todo me gustaba contemplarte cuando te quedabas quieta en un sitio, no sé si cansada de vagar, descansando o dejándote mirar. Recuerdo que siempre te situabas cerca del techo, a cierta distancia de mí. Supongo que ese les pasa a todas las mariposas como tú.
Pero un día se colaron en casa otros insectos, otros insectos que pretendían apoderarse de algunas cosas de la casa, hormigas sobre todo. Y tuve que utilizar un spray para eliminarlas, para sacarlas de mi casa. Y no me di cuenta. No me di cuenta que el spray no solo arrastró las hormigas, también arrastró a la mariposa.
Hoy, dentro de mi cocina te echo un poco de menos, menos de lo que yo pensaba quizás...