09 septiembre 2006

Sacrificios


Hace unos días se celebraron las fiestas patronales en mi pueblo. Y he podido ver en la procesión de la patrona a algunas personas cumpliendo una promesa. Una promesa no es más que un sacrificio en busca de un bien, se trata de hacer un sacrificio por algo que le interesa a esa persona. Normalmente esos sacrificios son por conseguir algo que se necesita, por ejemplo curarse de una enfermedad grave, salir de una situación de crisis familiar o laboral, etc. En mi pueblo la gente suele hacer la procesión descalza, no es que sea un sacrificio muy grande (a mi entender) pero vaya, es un sacrificio. A veces nos resulta difícil sacrificarnos por los demás (bueno, en realidad casi siempre) porque sacrificarse supone pasar malos momentos, tristes, oscuros, con pena a veces y obtener poco beneficio de ello (al menos a corto plazo). Pero hay que darse cuenta que sacrificarse por las personas queridas, por las personas que nos importan, es necesario y es obligado. Porque ahí es donde verdaderamente se demuetra la importancia que tiene para nosotros esa persona. Porque el significado de querer a alguien, el significado de que alguien nos importe no es otro que ese, que seamos capaz de hacer un esfuerzo, de hacer un sacrificio aunque no nos guste, aunque incluso nos duela, aunque no nos permita disfrutar de otras cosas durante ese rato que nos estamos sacrificando por otra persona. Y, a la larga, la recompensa es infinita, la satisfacción interna es infinita y el beneficio, en fin, es infinito.