22 septiembre 2006

Mundeando


Hoy me siento bien. Supongo que serán los nervios por la cercanía del viaje, dentro de unas horas estaré en un avión rumbo a Munich. Me encanta viajar, me encanta viajar por varias razones; primero porque uno se libera de todo lo que tiene aquí: de l@s amig@s, del trabajo, de una parte de la familia, de los vecinos, de la rutina... con todo lo bueno y malo que eso conlleva; y segundo porque descubre nuevas cosas, esto es, nueva gente, nuevos paisajes, nuevas formas de vida, nuevas comidas, nuevo clima.
Y aunque parezca que no, esas cosas te marcan, te hacen tener una visión más abierta del mundo, te ayuda a que si un día quieres cambiar puedas hacerlo. Porque conociendo otras culturas descubres que hay miles de maneras de ser feliz, de divertirse, también de sufrir y de aburrirse... y de esa manera aprendes a valorar más lo que tienes.
Que aunque siempre nos quejamos porque nos faltan cosas (a todo el mundo le faltan cosas, nadie lo tiene todo) te hace enorgullecerte de algunos aspectos de tu forma de vida que uno no le da importancia porque lo tiene normalmente y que empiezas a valorar cuando ves a gente que desea conseguir eso.

Dentro de dos días salgo al mundo, salgo a descubrir mundo, salgo fuera de mi mundo.
Pero sobre todo salgo para incorporar nuevas vivencias y más sabiduría a mi propio mundo.